El Secreto del Trabajo

Capítulo III: El Secreto del Trabajo #

Ayudar a los demás físicamente — satisfaciendo sus necesidades físicas — es algo grandioso ; pero la ayuda debe ser mayor en función de una necesidad más grande y en función de la repercusión que queramos que la ayuda tenga. Si las necesidades de una persona se satisfacen durante una hora, estaremos ayudándola ; si las necesidades se satisfacen durante un año, estaremos ayudándola aún más ; pero si las necesidades se satisfacen para siempre, esta es, sin duda, la mayor ayuda que podemos darle. El conocimiento espiritual es lo único que puede acabar para siempre con nuestras desgracias. Cualquier otro tipo de conocimiento solo satisface nuestras necesidades durante un tiempo. La necesidad se erradica para siempre únicamente mediante el conocimiento espiritual ; ayudar al ser humano espiritualmente es la mayor ayuda que se le puede dar. Aquel que otorga al ser humano el conocimiento espiritual es el mayor benefactor de la humanidad, y, en efecto, vemos que los hombres más poderosos han sido siempre los que han ayudado al ser humano a satisfacer sus necesidades espirituales. La espiritualidad es la verdadera base de todas nuestras actividades vitales. Una persona espiritualmente fuerte y sana lo será en cualquier otro aspecto, si así lo desea ; pero hasta que no tenga fuerza espiritual, incluso las necesidades físicas no se pueden satisfacer como es debido. Tras la espiritual, se encuentra la ayuda intelectual. Regalar conocimiento es, con diferencia, un presente mejor que la comida o la ropa ; es incluso mejor que dar la vida a una persona, pues la vida de verdad consiste en el conocimiento : la ignorancia es la muerte ; el conocimiento es la vida. La vida es de escaso valor si es una vida en la oscuridad, palpando a tientas en medio de la ignorancia y la desgracia. Tras la ayuda intelectual, se encuentra, por supuesto, el ayudar a una persona físicamente. Al considerar la cuestión de ayudar a los demás, debemos siempre esforzarnos por no cometer el error de pensar que la ayuda física es la única que podemos dar ; esta ayuda no es solo la última, sino también la más pequeña, pues no conduce a una satisfacción permanente. La desgracia que sentimos cuando estamos hambrientos se satisface comiendo, pero el hambre vuelve. Nuestra miseria solo cesa cuando nos encontramos satisfechos más allá de toda necesidad. En ese momento, el hambre no nos hará desgraciados ; ninguna congoja, ninguna pena podrá perturbarnos. De esta forma, la ayuda que persigue fortalecernos espiritualmente es la más importante ; después, viene la ayuda intelectual, y luego, la ayuda física.

Las desgracias de la vida no se pueden curar solo con ayuda física. Hasta que la naturaleza humana cambie, las necesidades físicas no dejarán de manifestarse, las desgracias nunca desaparecerán, y ninguna ayuda física, por mucha que sea, podrá curarlas por completo. La única solución a este problema es purificar a la humanidad. La ignorancia es la madre de toda la maldad y toda la miseria que vemos. Que las personas se iluminen, que sean puros, fuertes y educados espiritualmente ; solo entonces, la miseria desaparecerá de este mundo, no antes. Podemos convertir cada edificio en un hospicio caritativo y cubrir la tierra de hospitales ; pero hasta que el carácter humano no cambie, la miseria en el mundo seguirá existiendo.

En el Bhagavad-Gita leemos una y otra vez que debemos trabajar constantemente. Cualquier trabajo tiene, por naturaleza, un componente de bondad y otro de maldad : no se puede llevar a cabo un trabajo sin que este beneficie o perjudique a alguien. Todo trabajo consiste en una mezcla insalvable de bondad y de maldad ; sin embargo, se nos ordena trabajar constantemente. El bien y el mal producen sus resultados, producen su karma correspondiente. Las buenas acciones traerán consigo un efecto positivo ; las malas acciones, uno negativo. Pero tanto el bien como el mal son una cárcel para el alma. La solución que el Gita presenta con respecto al cautiverio natural del trabajo es que si no nos atamos al trabajo que estamos realizando, este no podrá esclavizar nuestra alma. Intentaremos explicar lo que significa « no atarse » al trabajo.

Esta es una idea central del Gita : el trabajo constante, pero sin atarnos a él. Se podría traducir perfectamente samskara por « tendencia inherente ». Utilizando el símil del lago en la mente, cada onda, cada ola que se eleva en ella, aunque ya haya disminuido no desaparece por completo, sino que deja una huella y la posibilidad de que esa ola se vuelva a levantar en un futuro. Esta huella, con la posibilidad de que la ola vuelva a aparecer, es lo que se llama samskara. Cada trabajo que hacemos, cada movimiento del cuerpo, cada pensamiento que nos invade, deja esta impresión en la mente, e incluso cuando esta impresión no se puede notar desde la superficie, tiene fuerza suficiente para trabajar bajo ella, en el subconsciente. Lo que somos en cada momento está determinado por la suma total de las impresiones que se encuentran en nuestra mente. Lo que yo soy justo ahora es el efecto de la suma total de todas las impresiones de mi vida pasada. El carácter se refiere realmente a esto ; el carácter de cada persona está determinado por la suma total de sus impresiones. Si las buenas impresiones prevalecen, el carácter se vuelve bueno ; si prevalecen las malas impresiones, se vuelve malo. Si una persona no deja de oír malas palabras, tiene malos pensamientos y lleva a cabo malas acciones, su mente estará llena de malas impresiones, que influirán en su pensamiento y su trabajo sin que sea consciente de ello. De hecho, estas malas impresiones siempre están trabajando, cuyo resultado es el mal. Esa persona será alguien malvado, no podrá evitarlo ; la suma total de esas impresiones le proporcionará una poderosa fuerza motriz para llevar a cabo malas acciones, será como una máquina en manos de sus impresiones, que le obligarán a hacer el mal. De forma similar, si una persona tiene buenos pensamientos y lleva a cabo buenos trabajos, la suma total de esas impresiones será positiva y, por tanto, le obligarán a hacer el bien, aunque no quisiese. Si una persona ha llevado a cabo un trabajo tan bueno y ha tenido unos pensamientos tan positivos que existe en ella una tendencia inevitable a hacer el bien, a pesar de que desee hacer el mal su mente, como la suma total de sus inclinaciones, no le permitirá hacerlo ; la tendencia se volverá en su contra : se encuentra bajo la influencia de las buenas acciones. Si tal es el caso, se dice que el carácter bueno de una persona se ha establecido.

La tortuga esconde las patas y la cabeza dentro de su caparazón, y aunque la matemos y rompamos el caparazón, la tortuga no saldrá ; igual ocurre con el carácter irreversiblemente establecido de una persona que tiene control sobre sus acciones y su cuerpo : es dueña de su fuerza interior, y nada puede extraer esta fuerza contra su voluntad. Mediante este continuo reflejo de buenos pensamientos, de buenas impresiones que alcanzan la superficie de la mente, la tendencia a hacer el bien se fortalece ; como resultado, nos sentimos capaces de controlar los indriyas (los órganos de los sentidos, los centros nerviosos). Solo entonces se establecerá el carácter ; solo entonces una persona alcanzará la verdad. Esta persona se encuentra a salvo para siempre ; no puede hacer ningún mal e, independientemente de la compañía en que se encuentre, no existirá el peligro para ella. Existe un estado aún mayor que poseer la tendencia al bien : el deseo de liberación. Debemos recordar que la libertad del alma es la meta de todos los yogas ; cada uno de ellos nos lleva por igual hacia el mismo objetivo. Simplemente trabajando, el ser humano puede alcanzar lo que consiguieron Buda, mediante la meditación, y Cristo, mediante la oración. Buda era un trabajador jnani, Cristo, un bhakta, pero ambos alcanzaron la misma meta. No obstante, existe una dificultad. La *liberación *significa la « libertad absoluta », es decir, liberarnos tanto de la esclavitud de la bondad como de la de la maldad. Una cadena de oro lo es tanto como una cadena de hierro. Si tengo una astilla en el dedo, utilizo otra para extraer la primera y, cuando lo he hecho, tiro ambas ; no necesito conservar la segunda, pues, a fin de cuentas, es otra astilla. Así, las malas inclinaciones se contrarrestarán con las buenas, y las malas impresiones de la mente serán barridas por las frescas olas de las buenas impresiones, hasta que toda la maldad casi desaparezca o se encuentre sometida y controlada en un rincón de la mente ; pero, después de todo, las buenas tendencias también tienen que conseguirse. De esta forma, el « atado » se convierte en « desatado ». Es necesario trabajar, pero que la acción o el pensamiento no produzcan una impresión profunda en la mente ; que las ondas fluyan, que las grandes acciones procedan de los músculos y del cerebro, pero que no dejen una huella profunda en el alma.

¿Cómo se puede conseguir esto? Vemos que la impresión de cualquier acción a la que nos atamos permanece. Puedo conocer a cientos de personas durante el día ; entre ellas, puedo conocer también a una de la que me enamoro. Cuando me retire a descansar por la noche, podré intentar recordar todos los rostros que he visto, pero en mi mente solo aparecerá uno : el rostro que he conocido durante un minuto y del que me he enamorado ; todos los demás desaparecerán. Mi atadura a esa persona en particular causa en mi mente una impresión más profunda que todos los demás rostros. Psicológicamente, todas las impresiones han sido iguales ; cada uno de los rostros que vi se grabó en mi retina y mi cerebro guardó las imágenes ; sin embargo, los efectos en mi mente no son similares. La mayoría de los rostros quizás fuesen caras completamente nuevas en las que nunca antes había pensado, pero solo ese rostro que conseguí vislumbrar desencadenó una reacción interior. Quizás lo hubiese imaginado en mi mente durante años, quizás supiese cientos de cosas sobre él, y al contemplarlo nuevamente, cientos de recuerdos dormidos se despertaron en mi mente. Esta única impresión, repetida cientos de veces más que las de los diferentes rostros en conjunto, producirá un enorme efecto en mi mente.

Por tanto, no se dejen « atar », que todo fluya, que los centros cerebrales trabajen, trabajen constantemente, pero no dejen que una pequeña ola conquiste sus mentes. Trabajen en esta tierra como si fueran extranjeros, temporeros ; trabajen sin descanso, pero no se aten ; la esclavitud es terrible. Este mundo no es nuestro hogar : solo es una de las muchas esferas que estamos atravesando. Como nos dice la filosofía sankhya, « toda la naturaleza es para el alma, no el alma para la naturaleza ». La razón de la existencia de la naturaleza es la educación del alma ; no tiene otra función. Está aquí porque el alma debe poseer el conocimiento y, a través de él, liberarse. Si no olvidamos esto, nunca nos ataremos a la naturaleza : sabremos que la naturaleza es un libro que debemos leer y que dejará de sernos útil una vez que hayamos alcanzado el conocimiento. Pero, en su lugar, nos identificamos con ella, pensamos que el alma es para la naturaleza, que el espíritu es para la carne ; como se dice comúnmente, pensamos que el ser humano « vive para comer », no que « come para vivir ». No dejamos de cometer este error : consideramos la naturaleza como parte integrante de nosotros y nos atamos a ella. Tan pronto como esta atadura se manifiesta, deja una profunda impresión en el alma que nos encadena y nos hace trabajar no para liberarnos, sino como esclavos.

Lo esencial de esta enseñanza es que deberíamos trabajar como amos, no como esclavos, que trabajemos constantemente pero sin llevar a cabo el trabajo de un esclavo. ¿Observan cómo trabaja todo el mundo? Nadie puede descansar por completo ; el noventa por ciento de la humanidad trabaja como esclavos — un trabajo egoísta — , y su resultado es la miseria. ¡Trabajemos por la libertad, trabajemos por el amor! La palabra *amor *es muy difícil de comprender. El amor solo llega cuando hay libertad ; no puede existir verdadero amor en la esclavitud. Si compran a una persona, la encadenan y la hacen trabajar para ustedes, trabajará como un esclavo, pero desconocerá el amor. De esta forma, cuando nosotros mismos llevamos a cabo trabajos propios de esclavos, no puede haber amor en nosotros, y nuestro trabajo no es trabajo de verdad. Esto se aplica tanto al trabajo hecho para familiares y amigos como al trabajo llevado a cabo para nosotros mismos. El trabajo egoísta es un trabajo de esclavo. Cada acto de amor trae consigo la felicidad, la paz y bienaventuranza. La existencia real, el conocimiento real y el amor real están conectados entre sí en la eternidad, los tres en uno solo : si se encuentra uno de ellos, los otros también deben encontrarse. Son cada uno de los elementos del Uno, y no existe un « Segundo » : Existencia-Conocimiento-Dicha. Cuando la existencia se vuelve relativa, la vemos como el mundo ; el conocimiento se transforma, por su parte, en el conocimiento de las cosas del mundo, y la dicha constituye los cimientos del amor verdadero que el corazón del ser humano conoce. Así, el verdadero amor nunca puede causar dolor al que ama o al amado. Supongan que un hombre ama a una mujer ; desea que esta sea solo para él y siente fuertes celos constantemente ; quiere que se siente a su lado, que esté junto a él, que coma y se mueva cuando él lo ordene. Este hombre se encuentra esclavo de la mujer y desea que ella se convierta, a su vez, en su esclava. Eso no es amor, es, dentro de la esclavitud, una especie de afecto malsano que se considera como amor. Y no puede ser amor porque es perjudicial : si la mujer no hace lo que el hombre quiere, él sufrirá por ello. En el amor no existe la reacción dolorosa ; el amor solo produce dicha, y si no es así, es que no es amor, sino algo confuso que se considera como tal. Cuando hayan conseguido amar a sus maridos, a sus esposas, a sus hijos, el mundo entero, el universo, de una forma que no tenga como consecuencia ni el dolor, ni los celos ni ningún sentimiento egoísta, entonces tendrán la fuerza para desatarse.

Krishna dice : « ¡Mírame, Arjuna! Si dejo de trabajar un solo momento, el mundo entero sucumbirá. No tengo nada que ganar del trabajo ; soy el único Señor pero, ¿por qué trabajo? Porque amo el mundo ». Dios es libre porque ama, y es ese amor verdadero el que nos desata. Deben saber que se encuentran atados a las cosas mundanas por una cuestión de pura física : la atracción entre las partículas que forman la materia, algo que constantemente atrae dos cuerpos más y más entre sí ; si estos no pueden aproximarse lo suficiente, se genera el sufrimiento. Pero el verdadero amor no se basa en ninguna atadura física. Esos amantes pueden encontrarse a miles de kilómetros el uno del otro, pero su amor siempre será el mismo ; no muere, ni jamás tendrá como consecuencia una reacción dolorosa.

Romper esta atadura es el trabajo de casi toda una vida, pero tan pronto como llegamos a ese estado, alcanzamos la meta del amor verdadero y abrazamos la libertad. La esclavitud a la que nos somete la naturaleza llega a su fin, sus cadenas ya no pueden aprisionarnos, y contemplamos la naturaleza tal y como es ; somos completamente libres y dejamos de tener en cuenta los frutos de nuestro trabajo. ¿Quién se preocupa entonces por los resultados? ¿Piden a sus hijos algo a cambio de lo que ustedes les han dado? Su deber es trabajar para ellos, y no hay más que decir. Hagan lo que hagan por una persona en particular, una ciudad o una nación, tomen la misma actitud que tomarían al trabajar para sus hijos : no esperar nada a cambio. Si adoptan para siempre la postura de aquel que da algo a modo de ofrenda gratuita al mundo — sin esperar nada a cambio — , entonces su trabajo no supondrá una atadura para ustedes. La atadura solo se produce cuando esperamos algo a cambio de lo que damos.

Si trabajar como esclavos desemboca en egoísmo y atadura, trabajar como dueños de nuestra propia mente trae consigo la dicha de la no atadura. Con frecuencia, hablamos de derecho y justicia, pero esas palabras se las lleva el viento. Existen dos cosas que guían el comportamiento del ser humano : el poder y la compasión. El ejercicio del poder siempre consiste en el ejercicio del egoísmo ; todos los hombres y mujeres intentan ejercer su poder al máximo o aprovecharse de la situación. La compasión es el mismísimo paraíso ; para ser buenos tenemos que ser compasivos. Incluso la justicia y el derecho deberían basarse en la compasión. El pensar en obtener algo a cambio del trabajo supone una traba para nuestro crecimiento espiritual, mejor dicho, al final, nos hace desgraciados. Existe otra manera de poner en práctica esta idea de compasión y caridad desinteresada : considerando nuestras obras como una « adoración », en caso de que creamos en un Dios personal. Así, Le entregaríamos los frutos de nuestro trabajo. Adorando a Dios de esta forma, no tenemos derecho a esperar que la humanidad nos recompense por el trabajo que hacemos. El Señor trabaja sin descanso, y siempre lo hace sin atarse. Igual que el agua no puede mojar la hoja de loto, el trabajo no puede encadenar a la persona desinteresada por mucho que la incite a atarse a los resultados. El desinteresado y desatado puede vivir en el corazón de una ciudad atestada y pecaminosa, negándose siempre a dejarse contaminar por el pecado. Esta idea del completo autosacrificio se ilustra con la siguiente historia :

Tras la batalla de Kurukshetra, los cinco hermanos Pandava llevaron a cabo un gran sacrificio e hicieron importantes regalos a los pobres. La gente se asombró ante la grandeza y la riqueza del sacrificio, y dijo que el mundo nunca antes había visto uno como aquel. Pero, tras la ceremonia, apareció una pequeña mangosta. La mitad de su cuerpo era de oro, la otra, color marrón ; comenzó a revolverse en el suelo de la sala donde se había celebrado el sacrificio.

— Todos estáis mintiendo ; esto no es ningún sacrificio — dijo la mangosta.

— ¡Cómo que esto no es un sacrificio! — exclamaron los presentes — ¿Es que no sabes cuánto dinero y joyas se han repartido entre los pobres y lo ricos y felices que son ahora? Este ha sido el sacrificio más hermoso que el hombre jamás haya llevado a cabo. — Pero la mangosta respondió :

— Había una vez un pequeño pueblo en el que vivía un pobre brahmán con su mujer, su hijo y la esposa de su hijo. Eran muy pobres y vivían gracias a las pequeñas ofrendas que recibían por predicar y enseñar. Hubo tres años de hambruna que asolaron aquella tierra, y el pobre brahmán sufrió más que nunca. Al final, cuando la familia había pasado un hambre terrible durante días, el padre llevó a casa un poco de harina de cebada — que había tenido la suerte de conseguir — y la dividió en cuatro partes, una para cada miembro de la familia. La prepararon para comer y, justo cuando se disponían a ello, llamaron a la puerta. El padre la abrió y se encontró con un invitado. En la India, un invitado es una persona sagrada ; se lo considera como un dios durante el tiempo de su visita y debe ser tratado en consecuencia. Así que el pobre brahmán dijo : « Entre, señor ; sea usted bienvenido ». Colocó ante el invitado su propia porción de comida, que el invitado comió rápidamente, y este último dijo : « Señor, ha acabado conmigo. He pasado hambre durante tres días y este poco de harina no ha hecho sino incrementarla ». Entonces, la mujer dijo a su marido que ofreciera al invitado su propia parte, pero el marido se negó. La esposa insistió : « Es un hombre pobre y nuestro deber como anfitriones es verlo satisfecho ; es mi deber como esposa darle mi porción, viendo que tú no tienes más para ofrecerle ». Así que dio su parte al invitado, que la comió, pero aún seguía retorciéndose de hambre. Entonces, el hijo dijo : « Tome también mi parte ; el deber de un hijo es ayudar a su padre a cumplir con sus obligaciones ». El invitado la comió, también, pero aún no se sentía satisfecho, así que la esposa del hijo le dio su parte igualmente. Con la última porción fue suficiente, y el invitado partió, bendiciéndolos. Aquella noche, los cuatro murieron de hambre. Unos pocos granos de harina se habían caído al suelo, y cuando me tumbé sobre ellos, la mitad de mi cuerpo se volvió de oro, como pueden ver. Desde entonces, he viajado por todo el mundo con la esperanza de presenciar un sacrificio como aquel, pero no he podido encontrarlo ; la otra mitad de mi cuerpo no se ha vuelto de oro en ningún otro lugar que haya visitado. Pero eso he dicho que aquí no se ha llevado a cabo ningún sacrificio.

Esta idea de caridad está desapareciendo de la India ; los hombres de bien son cada vez menos. Cuando estaba estudiando idiomas, leí un libro de historias inglesas en el que había una sobre un chico obediente que trabajaba y daba algo de dinero a su vieja madre, y esto se elogiaba durante tres o cuatro páginas. ¿Qué significaba aquello? Ningún niño hindú puede comprender la moraleja de esa historia. Ahora que conozco la mentalidad Occidental — acumular riqueza — la comprendo. Algunos hombres quieren todo para ellos, mientras hay padres, madres, esposas e hijos entre la espada y la pared. Ese no debería nunca y en ningún sitio ser el ideal del cabeza de familia.

Ahora ven lo que significa el karma yoga : ayudar al prójimo hasta la propia muerte sin hacer preguntas, ser engañado millones de veces y nunca preguntar, no pensar jamás en lo que se está haciendo y nunca jactarse de lo que se ofrece a los pobres ni esperar su gratitud a cambio, sino más bien agradecerles el que nos den la oportunidad de practicar la caridad con ellos. Es evidente que ser un cabeza de familia ideal es una tarea mucho más difícil que ser un perfecto sannyasin. La verdadera vida de trabajo es tan difícil — si no más — como la verdadera vida de renuncia.