El cosmos: El macrocosmos

Capítulo XI: El cosmos: (El macrocosmos) #

Entregado en Nueva York el 19 de enero de 1896

Las flores que vemos a nuestro alrededor son hermosas ; hermoso es el sol al amanecer cada mañana ; hermosos son los tonos abigarrados de la naturaleza. El universo entero es hermoso, y el ser humano lo ha disfrutado desde su aparición en la Tierra. Sublimes e inspiradoras son las montañas ; los gigantescos ríos que corren hacia el mar, el desierto sin caminos, el océano infinito, el cielo estrellado… : todo es imponente, sublime y ciertamente hermoso. Toda la masa de existencia que llamamos naturaleza ha estado actuando sobre la mente humana desde tiempos inmemoriales. Ha estado actuando en el pensamiento del hombre, y como reacción ha surgido la siguiente pregunta : ¿qué es esto y de dónde proviene? Si regresamos al tiempo en donde encontramos la porción más remota y antigua de la composición humana, los Vedas, encontramos la misma pregunta : « ¿De dónde viene esto? Cuando no había más que nada y la oscuridad se ocultaba en la oscuridad, ¿quién proyectaba este universo? ¿Cómo? ¿Quién conoce el secreto? ». Y la pregunta ha llegado hasta nosotros en la actualidad. Se han hecho millones de intentos por responderla, y sin embargo, tendrá que ser respondida de nuevo un millón de veces. No es que cada respuesta fuese un fracaso ; cada respuesta a esta pregunta contenía una parte de la verdad, y esta verdad se fortalece conforme el tiempo avanza. Voy a tratar de presentaros el esquema de la respuesta que he recogido de los antiguos filósofos de la India, en armonía con el conocimiento moderno.

Vemos que en estas antiguas preguntas algunos puntos ya habían sido resueltos. El primero es que hubo un momento en el que no había « nada sino nada », cuando no existía este mundo. Nuestra madre tierra y su infinita variedad de creaciones —los mares y océanos, los ríos y las montañas, las ciudades y las aldeas de razas humanas, los animales, las plantas, los pájaros, los planetas, los astros luminosos— no tenían existencia. Pero ¿estamos seguros de ello? Vamos a tratar de rastrear cómo se llegó a esta conclusión. ¿Qué ve el individuo a su alrededor? Tomemos por ejemplo una pequeña planta. Él pone una semilla en la tierra, y más tarde verá que una planta ha surgido, que se alza desde el suelo, creciendo y creciendo hasta convertirse en un árbol gigantesco. Después muere, dejando solo la semilla. Se completa el círculo : sale de la semilla, se convierte en el árbol y termina en la semilla de nuevo. Observad un ave ; cómo surge del huevo, cómo vive su vida, y después muere, dejando otros huevos, semillas de aves futuras. Así, de igual forma sucede con los animales y con el ser humano. Todo en la naturaleza empieza, por así decirlo, de ciertas semillas, ciertos rudimentos, ciertas formas finas que se vuelven más y más grandes ; se desarrollan durante un tiempo determinado, y después otra vez regresan a la forma fina y diminuta. La gota de agua en la que el hermoso rayo de sol está jugando surgió en forma de vapor desde el océano, viajó hasta muy lejos por el aire y llegó a una región donde se transformó en agua, y se dejó caer en su forma actual… para convertirse en vapor de nuevo. Así sucede con todo aquello que nos rodea en la naturaleza. Sabemos que los glaciares y los ríos erosionan poco a poco las enormes montañas, reduciéndolas a arena, la cual se aleja hacia el océano, en cuyo lecho se asienta, capa tras capa, volviéndose dura como la piedra, para una vez más formar las montañas de una generación futura. De nuevo serán golpeadas y pulverizadas, y así el ciclo continúa. De arena se componen estas montañas, y en arena se convertirán.

Si es verdad que la naturaleza es completamente uniforme ; si es cierto, y hasta ahora ninguna experiencia humana lo ha contradicho, que el método gracias al cual se crea un pequeño grano de arena es el mismo que se sigue en la creación de los soles gigantescos, de las estrellas y de todo esto universo ; si es cierto que la totalidad de este universo se construye exactamente a nivel de los átomos ; si es cierto que la misma ley prevalece en todo el universo, entonces, como se ha dicho en los Vedas, « conociendo un solo trozo de arcilla, conocemos la naturaleza de toda la arcilla que existe en el universo ». Tomemos una planta pequeña y estudiemos su vida : así conoceremos el universo tal y como es. Si conocemos un grano de arena, entendemos el secreto de todo el universo. Si aplicamos este razonamiento a los fenómenos, encontremos en primer lugar que todo es casi similar al principio y al final : la montaña procede de la arena y regresa a la arena ; el río surge del vapor y después vuelve a ser vapor ; la vida de las plantas proviene de la semilla y regresa a la semilla ; la vida humana surge de células humanas y regresa a las células humanas ; el universo, con sus estrellas y sus planetas, ha surgido de un estado nebuloso y debe volver al mismo estado. ¿Qué aprendemos de esto? Que el estado manifestado o el más expandido es el efecto, y el estado más fino es la causa. Hace miles de años, Kapila, el gran padre de toda filosofía, demostró que la destrucción significa el regreso a la causa. Si esta mesa se destruye, regresará de nuevo a su causa, a aquellas bellas formas y partículas que, combinadas, hicieron de esta forma lo que llamamos una mesa. Si un individuo muere, regresará de nuevo a los elementos que le dieron su cuerpo. Si esta tierra muere, regresará de nuevo a los elementos que le dieron forma. Esto es lo que se llama destrucción : regresar a la causa. Por lo tanto, aprendemos que el efecto es el mismo que la causa, no diferente, sino en formas diferentes. Este cristal es un efecto y tenía su causa, y esta causa está presente en esta forma. Una cierta cantidad de material llamado cristal y la fuerza de las manos del fabricante son las causas, es decir, lo instrumental y lo material que, en conjunto, produjeron esta forma llamada cristal. La fuerza que estaba en las manos del fabricante está presente en el cristal, al igual que el poder de adherencia sin el cual su estructura se vendría abajo ; y el material de vidrio también está presente. El cristal es solo una manifestación de estas finas causas en una nueva forma ; y si se rompe en pedazos, la fuerza que estaba presente en forma de adhesión regresará, se unirá a su propio elemento, y las partículas de cristal seguirán siendo las mismas hasta que tomen nuevas formas.

Así, vemos que el efecto nunca es diferente de la causa ; simplemente, este efecto es una reproducción de la causa, pero en una forma más expandida. Después, aprendemos que todas estas formas particulares que llamamos plantas, animales o seres humanos se repiten hasta el infinito, surgiendo y desapareciendo. La semilla produce el árbol. El árbol produce la semilla, la cual a su vez aparece como otro árbol, y así sucesivamente. No existe un final. Las gotas de agua ruedan por las montañas hacia el océano y se levantan de nuevo en forma de vapor, regresan a las montañas y otra vez llegan hasta el océano. Así, elevándose y cayendo, el ciclo continúa. Lo mismo sucede con todas las vidas, y de igual forma ocurre con toda la existencia que podemos ver, sentir, oír o imaginar. Todo lo que está dentro de los límites de nuestro conocimiento procede de la misma manera, como la respiración en el cuerpo humano. Todo en la creación sigue este proceso. Sucesiva e ininterrumpidamente, una ola crece y otra se rompe. Cada ola deja su hueco, cada hueco tiene su ola. Debido a su uniformidad, la misma ley debe aplicarse al universo considerado en su conjunto. Este universo debe convertirse en sus causas ; el sol, la luna, las estrellas, los planetas, el cuerpo, la mente y todo lo demás en este universo deben regresar a sus causas más finas, desaparecer, ser destruidas, por así decirlo. Pero vivirán en las causas, como las formas finas. De estas formas finas emergerán de nuevo como nuevas tierras, soles, lunas y estrellas.

Hay un hecho más que aprender acerca de esta ascensión y caída. La semilla surge del árbol ; no se convierte inmediatamente en un árbol, sino que conserva un período de inactividad, o más bien, un período de acción muy sutil y no manifestada. La semilla tiene que trabajar durante algún tiempo bajo el suelo. Se rompe en pedazos —se degenera, por así decirlo— y la regeneración surge de la degeneración. En un principio, la totalidad de este universo tiene que trabajar del mismo durante un período en esa forma menuda, no vista y no manifestada que se llama caos, y de ella procede una nueva proyección. Todo el período de una manifestación de este universo (se reduce a la forma más fina, permaneciendo allí durante algún tiempo, y después surge de nuevo) se llama en sánscrito kalpa, ‘ciclo’. A continuación, surge una pregunta muy importante, especialmente en los tiempos modernos. Vemos que las formas más finas se desarrollan lenta y gradualmente, hasta convertirse en formas más expandidas. Hemos visto que la causa es la misma que el efecto, y el efecto es solo la causa en otra forma. Por lo tanto, todo este universo no puede haber surgido de la nada. Nada surge sin una causa, y la causa es el efecto en otra forma.

Entonces, ¿a partir de qué se ha producido este universo? De un universo fino precedente. ¿A partir de qué se han producido los seres humanos? De una forma fina precedente. ¿A partir de qué se ha producido el árbol? A partir de la semilla ; la totalidad del árbol estaba allí, en la semilla. Surge y se manifiesta. Por lo tanto, la totalidad de este universo ha sido creada a partir de este mismo universo existente en una forma menuda. Se ha puesto de manifiesto ahora. Volverá a esa forma menuda y de nuevo se manifestará. De esta forma, vemos que las formas finas surgen lentamente y se vuelven más expandidas, hasta que alcanzan su límite ; cuando esto se produce, se retraen más y más, hasta volverse lentamente cada vez más finas de nuevo. Este surgimiento de lo fino y la transformación en lo expandido simplemente cambiando la disposición de sus partes, por así decirlo, es lo que en los tiempos modernos se llama evolución. Esto es muy cierto, absolutamente cierto, y lo vemos en nuestras vidas. Ningún ser humano racional puede discutir con los evolucionistas. Pero tenemos que aprender algo más. Tenemos que dar un paso más allá, pero ¿cuál es? Pues que cada evolución es precedida por una involución. La semilla es la madre del árbol, pero otro árbol era en sí el padre de la semilla. La semilla es la forma fina de la que el gran árbol proviene, y otro árbol grande era la forma que ha involucionado en esa semilla. La totalidad de este universo estuvo presente en el universo cósmico fino. La pequeña célula, que se convierte después en individuo, es simplemente el individuo involucionado, y evolucionará en individuo una vez más. Si esto parece claro, no tenemos nada en contra de los evolucionistas, porque vemos que si reconocen este hecho en lugar de su destructora religión, serán sus defensores más férreos.

De esta manera, vemos que nada puede ser creado de la nada. Todo existe a través de la eternidad, y existirá por toda la eternidad. El movimiento se halla solo en las olas y los huecos sucesivos, que regresan a sus formas finas y, una vez más, se manifiestan en su máxima expansión. Esta involución y evolución está sucediendo en todo el conjunto de la naturaleza. La serie completa de la evolución a partir de la manifestación más baja de la vida, evolución que ha llegado a su estado más elevado, el ser humano más perfecto, debe haber sido la involución de otra cosa. La pregunta es : ¿la involución de qué? De Dios. El evolucionista dirá que la idea de que es Dios es errónea. ¿Por qué? Porque vemos que Dios es inteligente, pero nos encontramos con que la inteligencia se desarrolló mucho más tarde en el curso de la evolución. La inteligencia se observa en el ser humano y en los animales superiores ; pero millones de años pasaron en este mundo antes de que surgiera esta inteligencia. Esta objeción de los evolucionistas no se sostiene, y lo veremos más adelante aplicando nuestra teoría. El árbol surge de la semilla y regresa a la semilla ; el principio y el fin son lo mismo. La tierra surge de su causa y regresa a la misma. Sabemos que si podemos encontrar el principio, podemos encontrar el final ; e, inversamente, si encontramos al final, podemos encontrar el principio. Si esto es así, tomemos toda esta serie evolutiva, desde el citoplasma en un extremo hasta el ser humano perfecto en el otro, y toda esta serie es una vida. Al final encontramos al ser humano perfecto, por lo que en un principio debe haber sido el mismo. Por lo tanto, el citoplasma es la involución de la más alta inteligencia. Quizás no podáis verlo, pero esa inteligencia involucionada es lo que está desenrollándose, hasta manifestarse en el ser humano más perfecto. Esto puede ser matemáticamente demostrado. Si la ley de conservación de la energía es cierta, no se puede obtener nada de una máquina a menos que se haya puesto en ella primero. La cantidad de trabajo que se obtiene de un motor es exactamente la misma que se ha puesto en el motor en forma de agua y carbón, ni más ni menos. El trabajo que estoy haciendo ahora es justo lo que he puesto en mí, en forma de aire, alimentos, etc. Es solo una cuestión de cambio y manifestación. No se pueden añadir en este universo una partícula de materia o un julio de fuerza, ni se pueden retirar ni una partícula de materia ni julio de fuerza alguna. Si ese fuera el caso, ¿cuál es esta inteligencia? Si no estuvo presente en el citoplasma, debe de haber llegado de repente, algo que venga de la nada, lo cual es absurdo. Por lo tanto, se deduce que en la célula del citoplasma, la cual está en el otro extremo de la misma cadena, se encuentra involucrado el ser humano perfecto, el ser humano libre, el Dios-individuo que ha ido más allá de las leyes de la naturaleza, que ha trascendido todo, que no tiene que volver a sufrir este proceso de evolución a través del nacimiento y la muerte ; es ese hombre llamado el Cristo-hombre por los cristianos, el Buda-hombre por los budistas y el Libre por los yoguis, ese ser humano perfecto que se halla en el extremo opuesto de la cadena de la evolución.

Aplicando el mismo razonamiento a la totalidad del universo, vemos que la inteligencia debe ser el Señor de la creación, la causa. ¿Cuál es el concepto más evolucionado que el ser humano tiene de este universo? Es la inteligencia, el ajuste de una parte a otra, la demostración de la inteligencia de la que la antigua teoría del diseño fue un intento de expresión. Por lo tanto, el comienzo fue la inteligencia. Al principio, esta inteligencia involucionó, y al final esta inteligencia evolucionó. La suma total de la inteligencia que se muestra en el universo debe ser, por lo tanto, el autodesdoblamiento de la inteligencia universal involucionada. Esta inteligencia universal es lo que llamamos Dios. Llamadla como queráis, pero es absolutamente cierto que en el principio esta inteligencia cósmica Infinita estaba presente. Esta inteligencia cósmica involucionó, se manifestó y evolucionó, hasta que se convirtió en el ser humano perfecto, el Cristo-hombre, el Buda-hombre. Más tarde, volvió a su propia fuente. Esta es la razón por la que todas las escrituras dicen : « En Él vivimos, nos movemos y existimos ». Esta es la razón por la que todas las escrituras predican que venimos de Dios y que regresamos a Dios. No os asustéis de los términos teológicos ; si los términos os asustan, no estáis hechos para ser filósofos. Esta inteligencia cósmica es lo que los teólogos llaman Dios.

Me han preguntado muchas veces que por qué utilizo esa palabra antigua, Dios. Mi respuesta es que es la mejor palabra para nuestro propósito ; no podéis encontrar una mejor palabra porque todas las esperanzas, aspiraciones y la felicidad de la humanidad se han centrado en esa palabra. Ya imposible cambiar de palabra. Palabras como estas fueron acuñadas por primera vez por los grandes santos que se dieron cuenta de su importancia y entendieron su significado. Pero a medida que se vuelven comunes en la sociedad, las personas ignorantes toman estas palabras, y como resultado pierden su espíritu y gloria. La palabra Dios se ha utilizado desde tiempos inmemoriales ; la idea de esta inteligencia cósmica y todo lo que es grandioso y sagrado se asocia con ella. ¿Se ha de entender que porque algún necio diga que no está bien debemos deshacernos de ella? Otro individuo puede llegar y decir : « Toma mi palabra » ; y otro más : « Toma mi palabra ». Así, las palabras necias nunca tendrán fin. Usemos la palabra antigua, solamente en su verdadera alma, habiéndola purificado de supersticiones, y démonos cuenta plenamente de lo que significa esta gran palabra antigua. Si comprendéis el poder de las leyes de asociación, sabréis que estas palabras se asocian con innumerables ideas majestuosas y poderosas ; millones de almas humanas las han utilizado y adorado, y las han asociado con todo lo que es mejor y más elevado, todo lo que es racional, todo lo que es digno de ser amado y todo lo grandioso en la naturaleza humana. Surgen como sugerencias de estas asociaciones, y no pueden ser abandonadas. Si tratara de expresar todo esto solo diciéndoos que Dios creó el universo, no tendría ningún significado para vosotros. Sin embargo, después de toda esta lucha, hemos regresado a Él, al Anciano y al Supremo Uno.

Ahora vemos que todas las diversas formas de energía cósmica, como la materia, el pensamiento, la fuerza, la inteligencia, etc., son simplemente las manifestaciones de la inteligencia cósmica, o, como lo llamaremos de ahora en adelante, el Señor Supremo. Todo lo que se ve, se siente o se oye, todo el universo es su creación ; para ser un poco más precisos, es su proyección, o para ser aún más precisos, es el Señor mismo. Él es quien está brillando como el sol y las estrellas ; Él es la madre tierra. Él es el océano mismo. Él llega como una suave lluvia. Él es el aire suave que respiramos. Él es quien está trabajando como fuerza en el cuerpo. Él es el discurso que se pronunció y la persona que está hablando. Él es la audiencia que está aquí. Él es la plataforma sobre la que me apoyo. Él es la luz que me permite ver vuestros rostros. Todo es Él. Él es tanto el material como la causa eficiente de este universo. Él es el que involuciona en la célula diminuta, y evoluciona en el otro extremo, convirtiéndose nuevamente en Dios. Él es lo que se reduce y se convierte en el átomo más simple, el cual, desenvolviendo lentamente su naturaleza, se reincorpora a Él. Este es el misterio del universo. « Tú eres el hombre. Tú eres la mujer. Tú eres el hombre fuerte que camina en el orgullo de la juventud. Tú eres el anciano tambaleante en sus muletas. Tú estás en todo, Tú eres todo, oh, Señor ». Esta es la única solución del cosmos que satisface el intelecto humano. En pocas palabras : hemos nacido de Él, vivimos en Él y a Él volvemos.