Capítulo VII: Dios en todo #
Entregado en Londres el 27 de octubre de 1896
Hemos visto cómo la mayor parte de nuestra vida debe necesariamente estar llena de males, y sin embargo, aun así podemos resistir ; esta masa de males es prácticamente infinita para nosotros. Hemos estado luchando para poner remedio a esto desde el principio de los tiempos, pero todo sigue siendo muy similar. Cuantos más remedios descubrimos, más acosados nos encontramos por los males más sutiles. También hemos visto que todas las religiones proponen a un Dios como único medio para escapar a estas dificultades. Todas las religiones nos dicen que si se toma el mundo tal como es, como la mayoría de la gente práctica nos aconsejaría hacer en esta era, entonces no nos quedaría nada sino el mal. Además, afirman que hay algo más allá de este mundo. Esta vida de los cinco sentidos, la vida en el mundo material, no es todo ; es solo una pequeña parte y es meramente superficial. Detrás y más allá se encuentra el Infinito, en el que ya no existe mal. Algunas personas lo llaman Dios ; otras, Alá ; otras diferentes, Jehová ; otras más, Júpiter, y así sucesivamente. El seguidor de la Vedanta lo llama Brahmán.
La primera impresión que tenemos de los consejos dados por las religiones es que lo mejor sería terminar con nuestra existencia. La pregunta de cómo curar los males de la vida tiene la aparente respuesta de renunciar a la vida. Esto nos recuerda una vieja historia : un mosquito se posó en la cabeza de un hombre, y un amigo, con el deseo de matar el mosquito, le dio tal golpe que mató al hombre y el mosquito. El remedio del mal parece sugerir una acción similar. La vida y el mundo están llenos de males ; eso es un hecho que nadie lo suficientemente mayor como para conocer el mundo puede negar.
Pero ¿cuál es el remedio propuesto por todas las religiones? Que este mundo no es nada. Más allá de este mundo existe algo que es muy real. Aquí viene la dificultad : el remedio parece destruir todo. ¿Cómo podría ser esto un remedio? ¿No hay entonces manera de salir? La Vedanta afirma que lo que todas las religiones proclaman es perfectamente cierto, pero debe ser bien entendido. A menudo, es mal entendido porque las religiones no son muy claras en su significado. Lo que realmente queremos es la combinación de la cabeza y el corazón. El corazón es, ciertamente, magnífico ; las grandes inspiraciones de la vida vienen a través del corazón. Preferiría cien veces tener un poco de corazón y nada de cerebro a ser todo cerebro y no tener corazón. La vida es posible, el progreso es posible para quien tiene corazón ; pero quien no tiene corazón y solo tiene cerebro muere de sequedad.
Al mismo tiempo, sabemos que quien se deja llevar únicamente por su corazón tiene que someterse a muchos males, pues es susceptible de caer en trampas de vez en cuando. Lo que queremos es la combinación del corazón y el cerebro. No quiero decir que una persona deba comprometer su corazón en beneficio de su cerebro o viceversa, sino dejar que el mundo entero tenga una cantidad infinita de corazón y sentimientos y, al mismo tiempo, una cantidad infinita de razón. ¿Existe algún límite para lo que queremos en este mundo? ¿No es el mundo infinito? Existe espacio para una cantidad infinita de sentimientos y también para una cantidad infinita de cultura y razón. Dejemos que se manifiesten juntos sin límites ; dejémoslos correr, por decirlo así, en líneas paralelas..
La mayoría de las religiones comprenden este hecho, pero todas ellas parecen caer en el mismo error : se dejan llevar por el corazón, por los sentimientos. Existe mal en el mundo. Renunciar al mundo : esta es la gran enseñanza, y la única enseñanza, sin duda alguna. Renunciar al mundo. No puede haber dos opiniones sobre el hecho de que para entender la verdad sea necesario renunciar al error. No puede haber dos opiniones sobre el hecho de que cada se debe abandonar el mal, con el fin de alcanzar el bien. No puede haber dos opiniones sobre el hecho de que se ha de renunciar a la muerte para tener una vida.
Y sin embargo, ¿qué queda para nosotros, si esta teoría implica renunciar a la vida de los sentidos, a la vida tal como la conocemos? ¿Y qué si no queremos decir con vida? Si renunciamos a esto, ¿qué queda?
Vamos a entender esto mejor cuando, más adelante, lleguemos a los contenidos más filosóficos de la Vedanta. Pero, por el momento, me permito afirmar que solo en la Vedanta encontramos una solución racional al problema. Al respecto, solo puedo exponeros lo que la Vedanta intenta enseñar, que es la deificación del mundo. La Vedanta realmente no censura el mundo. El ideal de la renuncia no alcanza en ningún otro sitio la misma dimensión que en las enseñanzas de la Vedanta. Pero, al mismo tiempo, no se pretende aconsejar el suicidio ; realmente, significa la deificación del mundo, renunciar al mundo tal como lo pensamos, tal como lo conocemos, tal como se nos presenta, y saber lo que en verdad es. Deificarlo… eso solo se puede aplicar a Dios. En el comienzo de uno de los Upanishads más antiguos, leemos : « El Señor recubre t ».
Tenemos que cobijarnos bajo el Señor, y no por una falsa especie de optimismo, no cegando nuestros ojos ante el mal, sino viendo realmente a Dios en todo. Tenemos que renunciar al mundo, y cuando lo hagamos, ¿qué quedará? Dios. ¿Y qué significa esto? Si tenéis esposa, no quiere decir que tengáis que abandonarla, sino ver a Dios en ella. Renunciar a vuestros hijos, ¿qué significa eso? ¿Echarlos fuera de casa, como algunos incivilizados hacen en todos los países? Ciertamente, no ; eso es diabólico, no es religión. Significa que veáis a Dios en vuestros hijos. Y así, en todo. En la vida y en la muerte, en la felicidad y en la miseria, el Señor está igualmente presente. El Señor llena el mundo entero ; abrid los ojos y comprobadlo. Esto es lo que enseña la Vedanta. Renunciad al mundo que habéis conjeturado, porque dicha conjetura se basa en una experiencia muy parcial, en un razonamiento muy pobre y en vuestra propia debilidad. Renunciad a él. El mundo en el que hemos estado pensando tanto tiempo, al mundo al que hemos estado aferrándonos tanto tiempo, es un falso mundo de nuestra propia creación. Renunciad a eso. Abrid los ojos y comprobad que ese mundo nunca existió ; que era un sueño, Maya. Lo que existía era el Señor mismo. Es Él quien está en el niño, en la mujer y en el marido ; es Él quien está en el bien y en el mal ; Él está en el pecado y en el pecador ; Él está en la vida y en la muerte.
Ciertamente, ¡una tremenda afirmación¬! Sin embargo, esta es la cuestión que la Vedanta quiere demostrar, enseñar y predicar. Esto es solo la introducción.
De esta manera evitamos los peligros de la vida y sus males. No desead nada. ¿Qué nos hace miserables? La causa de todas las miserias que padecemos es el deseo. Deseáis algo, y el deseo no se satisface : el resultado es la angustia. Si no hay deseo, no hay sufrimiento. Pero en este sentido también existe el peligro de que se me malinterprete, por lo que es necesario explicar lo que quiero decir cuando hablo de renunciar al deseo y de la liberación de toda miseria. Las paredes no tienen deseo y, por ello, nunca sufren. Es cierto, pero nunca evolucionan. Esta silla no tiene deseos, nunca sufre ; pero siempre será una silla. Existe gloria en la felicidad, como existe gloria en el sufrimiento. Si me permitís decirlo, también existe una utilidad en el mal. La miseria es una gran maestra,eso todos lo sabemos. Desearíamos no haber tenido que realizar, en nuestras vidas, cientos de cosas que hemos tenido que hacer, cosas que, al mismo tiempo, han sido grandes maestras. En cuanto a mí, me alegro de haber hecho algo bueno y muchas cosas malas ; me alegro de haber hecho algo bien y me alegro de haber cometido muchos errores, porque cada uno de ellos ha sido una gran lección. Yo, como soy ahora, soy el resultado de todo lo que he hecho, de todo lo que he pensado. Cada acción y cada pensamiento han tenido su efecto, y estos efectos son la suma total de mi progreso.
Todos somos conscientes de que los deseos están mal, pero ¿qué quiere decir renunciar a los deseos? ¿Cómo podría la vida seguir adelante? Sería el mismo consejo suicida : matar el deseo y al individuo también. La solución es la siguiente. No es que no debáis tener propiedades ; no es que no debáis tener lo necesario e, incluso, lo lujoso. Tened todo lo que queráis y más, pero sed conscientes de la verdad y aceptadla : la riqueza no pertenece a nadie, no tengáis idea de propiedad o posesión. Vosotros no sois nadie, al igual que yo y que cualquier otra persona. Todo pertenece al Señor, porque el primer versículo nos dice que pongamos al Señor en todo. Dios está en la riqueza de que disfrutáis. Él se encuentra en el deseo que surge en vuestra mente. Él se encuentra en lo que compráis para satisfacer vuestros deseos. Él se encuentra en vuestros atuendos hermosos, en vuestros bellos adornos. Esta es la línea de pensamiento. Todo será metamorfoseado tan pronto como comencéis a ver todo bajo esa luz. Si ponéis a Dios en cada uno de vuestros movimientos, en vuestra conversación, en vuestra forma… en todo, la escena al completo cambiará, y el mundo, en lugar de aparecer como un mundo de dolor y miseria, se convertirá en un paraíso.
« El reino de los cielos está dentro de ti », dice Jesús ; lo dice la Vedanta, y cada gran maestro. « El que tiene ojos para ver, que vea, y el que tiene oídos para oír, que oiga ». La Vedanta demuestra que la verdad que hemos estado buscando todo este tiempo está presente y estuvo con nosotros todo el tiempo. En nuestra ignorancia, pensamos que la habíamos perdido, y fuimos gritando y llorando por el mundo, luchando por encontrar la verdad, mientras todo el tiempo estaba morando en nuestros propios corazones. Solo ahí podemos encontrarla.
Si entendiésemos el abandono del mundo en su sentido antiguo, en su sentido crudo, entonces llegaríamos a esto : no debemos trabajar, debemos estar en reposo cual pedazos de roca ; no hemos de pensar ni hacer nada, sino más bien convertirnos en fatalistas, impulsados por todas las circunstancias, gobernados por las leyes de la naturaleza, a la deriva de un lugar a otro. Este sería el resultado. Pero este no es el significado que debemos entender. Tenemos que trabajar. La humanidad ordinaria, impulsada en cada acción por el falso deseo, ¿qué sabe sobre el trabajo? El ser humano impulsado por sus propios sentimientos y por sus propios sentidos, ¿qué sabe sobre el trabajo? Trabaja quien no está impulsado por sus propios deseos, por egoísmo alguno. Trabaja quien no tiene un motivo oculto a la vista. Trabaja quien no tiene nada que ganar con el trabajo.
¿Quién disfruta de la pintura, el vendedor o el que la observa? El vendedor está ocupado en sus cuentas, calculando cuál será su ganancia, cuánto beneficio obtendrá de la pintura. Su cerebro no piensa en nada más. Está mirando el martillo, atento a las apuestas ; tiene la intención de escuchar lo rápido aumentan las ofertas. El vendedor está disfrutando de la pintura, pues ha ido allí sin ninguna intención de comprar o vender. Él mira la pintura y disfruta de ella. Así, todo este universo es una pintura, y cuando estos deseos se desvanezcan, los individuos podrán disfrutar del mundo, y, entonces, esta compra y venta, estas ideas absurdas de posesión terminarán. Con la desaparición dl prestamista, del comprador y del vendedor, este mundo seguirá siendo una pintura, un hermoso cuadro. Nunca he leído una concepción de Dios más hermosa que la siguiente : « Él es el Gran Poeta, el Antiguo Poeta ; el universo entero es su poema, que viene en versos, rimas y estrofas, escritos en dicha infinita ». Cuando renunciemos a los deseos, entonces —y solo entonces— seremos capaces de leer y disfrutar de este universo de Dios. Entonces, todo será deificado : rincones y esquinas, caminos y lugares umbríos que nos parecían oscuros y profanos… serán todos deificados. Todos ellos revelarán su verdadera naturaleza, y nos reiremos de nosotros mismos y pensaremos que todo este llanto ha sido un juego de niños, que solo estábamos ahí, observando.
Por lo tanto, la Vedanta dice que hagamos nuestro trabajo. En primer lugar, nos aconseja cómo trabajar : renunciando, renunciando al mundo ilusorio y aparente. ¿Qué se quiere decir con esto? Ver a Dios en todas partes. De esta manera, haced vuestro trabajo. Desead vivir cien años, tener todos los deseos terrenales, si así lo deseáis, pero deificadlos, convertidlos en el cielo ; tened el deseo de vivir una larga vida de amabilidad, de bienaventuranza y actividad en esta tierra. Trabajando de esta manera, encontraréis el camino de salida. No hay otra manera. Si una persona se sumerge de cabeza en los lujos necios del mundo sin conocer la verdad, pierde el equilibrio y no podrá llegar a la meta. Y si una persona maldice el mundo, entra en un bosque, mortifica su carne y se mata poco a poco de inanición, hace de su corazón una pérdida estéril, termina con todos los sentimientos y se vuelve duro, severo y reseco ; esa persona también se ha extraviado. Estos son los dos extremos, los dos extremos con sus correspondientes errores. Ambos han perdido el camino, ambos han perdido la meta.
Así que trabajad, dice la Vedanta, poniendo a Dios en todo y sabiendo que Él está en todo. Trabajad sin cesar, considerando la vida como algo deificado, como Dios mismo, sabiendo que esto es todo lo que tenemos que hacer, que esto es todo lo que debemos pedir. Dios está en todo. ¿Dónde debemos ir para encontrarlo? Él ya está en cada obra, en cada pensamiento, en cada sentimiento. Sabiendo esto, debemos trabajar ; este es el único camino, no hay otro. De esta manera, los efectos del trabajo no nos atarán. Hemos visto cómo los deseos falsos son la causa de toda la miseria y el mal que sufrimos ; pero cuando se han deificado, purificado a través de Dios, no traen consigo ningún mal, no traen consigo ninguna miseria. Quienes no conocen este secreto tendrán que vivir en un mundo demoníaco hasta que lo descubran. Muchos no saben que una mina infinita de felicidad está en ellos mismos, alrededor de ellos, en todas partes ; aún no lo han descubierto. ¿Qué es un mundo demoníaco? La Vedanta dice que la ignorancia.
Nos estamos muriendo de sed mientras estamos sentados en la orilla del río más caudaloso. Nos estamos muriendo de hambre mientras nos sentamos cerca de un montón de comida. Ahí está el universo dichoso, y sin embargo, no lo encontramos. Estamos en él todo el tiempo, y siempre estamos confundiéndolo. La religión propone encontrarlo por nosotros. El anhelo de este universo de felicidad se encuentra en todos los corazones. Ha sido la búsqueda de todas las naciones, es el objetivo de la religión, y este ideal está expresado en varios idiomas y en las diferentes religiones. Es solo una diferencia de lenguaje la que crea estas divergencias aparentes. Una expresa un pensamiento de una manera, y otra, de manera un poco distinta ; pero tal vez cada una quiera decir exactamente lo mismo que la otra está expresando, aunque en un idioma diferente.
Más preguntas surgen en relación con esto. Es muy fácil hablar. Desde mi infancia, he escuchado acerca de ver a Dios en todas partes y en todo y, por ello, yo realmente puedo disfrutar del mundo ; pero en cuanto me mezclo con el mundo y recibo un par de golpes de él, la idea se desvanece. Camino por la calle pensando que Dios está en cada ser humano, y entonces aparece un hombre fuerte, me da un empujón y caigo en la acera. Luego, me levanto rápidamente con el puño cerrado ; la sangre se ha apresurado en subir a mi cabeza, y el reflejo fluye. Inmediatamente, me vuelvo loco ; he olvidado todo y en lugar de encontrar a Dios, veo al Diablo. Desde que nacimos, nos han dicho que veamos a Dios en todo. Cada religión enseña lo mismo : ver a Dios en todo y en todas partes. ¿No recordáis cómo lo dice Cristo en el Nuevo Testamento? A todos nos lo han enseñado ; pero es cuando llegamos a la parte práctica cuando comienza la dificultad. Todos vosotros recordáis cómo en las *Fábulas de Esopo *un ciervo está mirando a su figura reflejada en un lago, mientras dice a su joven cría : « ¡Qué poderoso soy! Mira mi espléndida cabeza ; mira mis miembros, lo fuertes y musculosos que son ; y la rapidez y ligereza con las que puedo correr ». Entonces, el ciervo escucha el ladrido de unos perros en la distancia y, de inmediato, empieza a correr ; después de haber recorrido varias millas, vuelve jadeante. Su cría le dice : « Me habías dicho lo fuerte que eres ; ¿por qué huiste cuando los perros comenzaron a ladrar? ». « Sí, hijo mío ; pero cuando los perros ladran, toda mi confianza se desvanece ». Tal es nuestro caso. Tenemos en muy alta estima a la humanidad, nos sentimos fuertes y valientes, hacemos grandes resoluciones ; pero cuando los « perros » de las pruebas y de las tentaciones ladran, somos como el ciervo de la fábula. Entonces, si tal es el caso, ¿cuál es el fin de la enseñanza de todo esto? : que al final la perseverancia vencerá. Nada se puede hacer en un día.
« Este “Yo” es lo primero que se debe escuchar ; a continuación, se debe pensar en él, y luego, meditar sobre él ». Todo el mundo puede ver el cielo, incluso el mismo gusano que se arrastra sobre la tierra, pero ¡qué lejos está! Lo mismo sucede con nuestro ideal. Sin duda está lejos, pero, al mismo tiempo, sabemos que debemos alcanzarlo. Incluso debemos tener el más alto ideal. Por desgracia, en esta vida, la gran mayoría de las personas anda a tientas a través de esta vida oscura sin ningún ideal en absoluto. Si una persona con un ideal comete mil errores, estoy seguro de que la persona sin un ideal comete cincuenta mil. Por lo tanto, es mejor tener un ideal. Y de este ideal debemos oír hablar tanto como podamos, hasta que entre en nuestros corazones, en nuestros cerebros, en nuestras propias venas, hasta que palpite en cada gota de nuestra sangre y penetre cada poro de nuestro cuerpo. Debemos meditar sobre el. « De la abundancia del corazón habla la boca », y de la abundancia del corazón la mano también funciona.
Se cree lo que es nuestra fuerza propulsora : llenar la mente con los más grandes pensamientos, escucharlos día tras día, pensar en ellos mes tras mes. No os preocupéis por los fracasos ; son muy naturales, son la belleza de la vida. ¿Qué sería la vida sin ellos? No sería digno vivir si no fuera para luchar. ¿Dónde estaría la poesía de la vida? No os preocupéis por las luchas, los errores. Nunca he escuchado a una vaca decir una mentira, pero es solamente una vaca, nunca un ser humano. Así que no os preocupéis jamás por estas faltas, por estas pequeñas recaídas ; mantened el ideal mil veces, y si falláis una y mil veces, intentadlo una vez más. El ideal del ser humano es ver a Dios en todo. Pero si no lo podéis ver en todo, vedlo en una cosa, en lo que más os guste ; luego vedlo en otra cosa, y así sucesivamente. Ante el alma existe vida infinita. Tomaos vuestro tiempo y al final lo lograréis.
« Él, el Uno, quien vibra más rápidamente que la mente, quién alcanza más velocidad de lo que la mente jamás podrá, a quién incluso los dioses no pueden alcanzar o los pensamientos rozar ; cuando Él está en movimiento, todo se mueve. En Él todo existe. Él se está moviendo. También es inamovible. Él está cerca y Él está lejos. Él está dentro de todo. Él está fuera de todo, penetrando todo. Quien ve en cada ser el mismo atman, quien ve todo en ese atman, nunca se aleja de ese atman. Cuando toda la vida y el universo entero se ven en este atman, entonces el ser humano ha alcanzado el secreto. No hay más desilusión para él. ¿Dónde existe la miseria para quien ve esta Unidad en el universo? ».
Este es otro gran tema de la Vedanta, la Unidad de la vida, la Unidad de todo. Veremos cómo se demuestra que toda nuestra miseria viene a través de la ignorancia, y esta ignorancia es la idea de multiplicidad, esta separación entre hombre y hombre, entre nación y nación, entre la tierra y la luna, entre la luna y el sol. De esta idea de separación entre átomo y átomo viene toda miseria. Pero la Vedanta dice que esta separación no existe, que no es real. Es meramente aparente, superficial. En el corazón de las cosas existe todavía unidad. Si miráis por debajo de la superficie, encontraréis Unidad entre hombre y hombre, entre raza y raza, entre altos y bajos, ricos y pobres, dioses y hombres, y hombres y animales. Si llegáis lo suficientemente profundo, todo se verá como variaciones del Uno, y quien ha llegado a esta concepción de la Unidad no tiene más desilusiones. ¿Qué le puede engañar? Conoce la realidad de todo, el secreto de todo. ¿Dónde existe la miseria para esa persona? ¿Qué es lo que desea? Ha trazado la realidad de todo hacia el Señor, el Centro, la Unidad de todo, y esto es la Existencia Eterna, el Conocimiento Eterno, la Felicidad Eterna. Ni la muerte ni la enfermedad, ni el llanto, ni la miseria ni el descontento están allí. Todo es Perfecta Unión y Perfecta Bienaventuranza. ¿Por quién habría de llorar, entonces? En la Realidad no existe muerte, no hay miseria ; en la Realidad no existe nadie a quien llorar, nadie por quien lamentarse. Ha penetrado todo, lo Puro, lo Sin Forma, lo Incorpóreo, lo Inoxidable. Él, el Conocedor ; Él, el Conocedor ; Él, el Gran Poeta ; Él, el Autoexistente ; Él, que está dando a cada uno lo que se merece. Quienes adoran este mundo ignorante van a tientas en la oscuridad, en el mundo que es producido por la ignorancia, creyendo que eso es la Existencia ; y quienes viven toda su vida en este mundo y nunca encontraron nada mejor o más alto están buscando a tientas en una oscuridad aún mayor. Pero quien conoce el secreto de la naturaleza, contemplando Aquello que está más allá la naturaleza con de la ayuda de la naturaleza, atraviesa la muerte, y con la ayuda de Aquello que está más allá de la naturaleza disfruta de la felicidad eterna. « Tú, sol, que has cubierto la Verdad con tu disco de oro, no te quites el velo, para que yo pueda ver la Verdad que está dentro de ti. He conocido la Verdad que está dentro de ti ; he sabido lo que es el verdadero significado de tus rayos y tu gloria, y he visto lo que brilla en ti ; la Verdad en ti veo, y lo que está dentro de ti está dentro de mí, y yo soy Eso ».