Unidad en la diversidad

Capítulo IX: Unidad en la diversidad #

Entregado en Londres el 3 de noviembre de 1896

« El Uno Autoexistente proyecta los sentidos hacia el exterior y, por lo tanto, el ser humano mira hacia fuera y no dentro de sí mismo. Cierto sabio, que deseaba la inmortalidad, percibió el Ser interior gracias a la inversión de sus sentidos ». Como ya hemos dicho, la primera pregunta que nos encontramos en los Vedas se refiere a lo exterior, y de ahí una nueva idea surge : la realidad de las cosas no se encuentra en el mundo exterior ; la manera de conocer dicha realidad no es mirando hacia el exterior, sino dirigiendo la mirada —tal como se expresa literalmente— hacia el interior. Y la palabra que se usa para el alma es muy significativa : es esta última la que se halla en el interior, la realidad más íntima de nuestro ser, el centro del corazón, el núcleo del que, por así decirlo, todo procede ; el sol central del cual la mente, el cuerpo, los órganos de los sentidos y todo lo demás no son más que los rayos que se proyectan hacia el exterior. « Los individuos de intelecto infantil, las personas ignorantes, persiguen deseos que son externos y caen en la trampa de la muerte trascendental ; pero el sabio, que comprende la inmortalidad, nunca busca lo Eterno en esta vida finita ». Parece clara la idea de que en este mundo externo, que está lleno de cosas finitas, es imposible ver y encontrar el Infinito. El Infinito debe buscarse únicamente en aquello que es infinito, y lo único infinito que poseamos está dentro de nosotros : es nuestra propia alma. Ni el cuerpo, ni la mente, ni nuestros pensamientos ni el mundo que vemos a nuestro alrededor son infinitos. Solo la Vidente, aquella a quien todo pertenece, el Alma del individuo, que está despierta en el ser humano interior, es infinita, y para buscar la Causa Infinita de todo este universo es necesario volverse hacia ella. Solo en el Alma Infinita lo podemos encontrar. « Lo que está aquí también está allí, y viceversa. Quien contempla la diversidad va de muerte en muerte ». Hemos visto cómo en un principio existía el deseo de ir al cielo. Cuando estos antiguos arios quedaron insatisfechos con el mundo que les rodeaba, pensaron que después de la muerte irían a algún lugar donde todo sería felicidad, donde no existiría la miseria. Estos lugares se multiplicaron y se nombraron *svargas *—la palabra puede traducirse como ‘cielos’— ; en ellos predominaría la dicha, el cuerpo y la mente se volverían perfectos, y vivirían con sus antepasados. Pero tan pronto como llegó la filosofía, los seres humanos se dieron cuenta de que aquello era imposible y absurdo. La idea misma de un infinito *en un lugar *sería una contradicción de los términos, ya que un lugar debe comenzar y continuar en el tiempo ; por lo tanto, tuvieron que renunciar a esa idea. Se dieron cuenta de que los dioses que vivían en estos cielos habían sido una vez seres humanos en la tierra, quienes, a través de sus buenas obras, se habían convertido en dioses, y las divinidades, como ellos los llamaban, eran diferentes estados, diferentes posiciones. Ninguno de los dioses de los que se habla en los Vedas es un individuo permanente.

Por ejemplo, Indra y Varuna no son los nombres de ciertas personas, sino los nombres de los cargos de gobernadores, y así sucesivamente. El Indra que vivió antes no es la misma persona que el Indra de la actualidad ; el primero ha fallecido, y otro hombre de la tierra ha ocupado su lugar. Y así sucede con todos los otros dioses : son ciertas posiciones ocupadas sucesivamente por las almas humanas que han alcanzado la condición de dioses, pero, incluso estas, mueren. En el antiguo Rig-Veda encontramos la palabra inmortalidad, que se utiliza en relación con estos dioses ; pero más adelante se olvida del todo, porque se dieron cuenta de que la inmortalidad que está más allá del tiempo y del espacio no se puede describir de forma física, por muy sutil que sea. Por mucho que se quiera, debe tener un comienzo en el tiempo y en el espacio, ya que los factores necesarios para la composición de la forma se encuentran también en el espacio. Tratad de pensar en una forma sin espacio : es imposible. El espacio es uno de los materiales, por así decirlo, que constituyen la forma, y esto está cambiando continuamente ; el espacio y el tiempo se encuentran en Maya, y esta idea se expresa en esta línea : « Lo que es agujero, eso también está allí”. Si existen estos dioses, deben estar sometidos a las mismas leyes que se aplican aquí, y todas las leyes implican destrucción y renovación, una y otra vez. Estas leyes están moldeando la materia en diferentes formas, y destruyéndolas de nuevo. Todo lo que nace debe morir, y así, si hay cielos, las mismas leyes deben ser válidas en ellos.

En este mundo encontramos que toda felicidad es seguida por la miseria, como si fuese su sombra. La vida tiene su sombra, que es la muerte ; deben ir juntas porque no son contradictorias, no son dos existencias separadas, sino diferentes manifestaciones de la misma unidad : la vida y la muerte, la felicidad y el dolor, el bien y el mal. La concepción dualista de que el bien y el mal son dos entidades separadas y que ambos existen eternamente es absurda. Existen diversas manifestaciones de un mismo hecho ; algunas veces aparecen como malas, y otras, como buenas. La diferencia no es de tipo, sino únicamente de grado ; se diferencian entre sí en el grado de intensidad. Aceptamos como un hecho que los mismos sistemas nerviosos transportan sensaciones buenas y malas por igual, y que cuando los nervios se lesionan, no sentimos nada. Si se paraliza un nervio concreto, no sentimos el placer que solía viajar por estos « cables », como tampoco sentimos el dolor. Nunca son dos, sino el mismo. Lo repetimos una vez más : algo produce placer o dolor en función del momento. El mismo fenómeno producirá placer en uno y dolor en otro. El consumo de carne produce placer a una persona, pero dolor al animal que es comido. Nunca ha habido nada que dé placer a todos por igual. Algunos están contentos, y otros, a disgusto. Y así continúa. Por lo tanto, se ha de rechazar esta dualidad de la existencia. ¿Y qué es lo que viene después? Os dije en mi última lectura que nunca podemos tener, en última instancia, todo lo bueno en este mundo y nada malo. Esta afirmación puede haber decepcionado y asustado a algunos de vosotros, pero es la verdad ; estoy dispuesto a aceptar lo contrario si me lo demostraran, pero hasta que eso suceda, aquella afirmación es verídica.

El argumento general en contra de mi afirmación —y, al parecer, uno muy convincente— es que a lo largo de la evolución todo lo malo a nuestro alrededor está desapareciendo gradualmente, y el resultado es que, si esta eliminación se prolonga durante millones de años, llegará un momento en el que se habrá extirpado todo el mal, y solo el bien prevalecerá. Este es aparentemente un argumento muy sólido. ¡Quisiera por Dios que fuera cierto! Pero hay una falacia en dicho argumento, y es que da por sentado que tanto el bien como el mal son cosas eternamente establecidas ; da por sentado que hay una cantidad definida de mal, que puede representarse con un cien, y lo mismo ocurre con el bien, y que esta masa de maldad está disminuyendo cada día, dejando solo lo bueno. Pero ¿es así? La historia del mundo muestra que el mal es una cantidad que crece de forma continua, y de igual forma sucede con el bien. Pensad en un individuo inferior que viva en el bosque. Su sentido del disfrute es muy pequeño, al igual que su capacidad para sufrir. Su miseria reside totalmente en el plano de los sentidos. Si no consigue mucha comida, es miserable ; pero dadle mucha comida y libertad para vagar y cazar : así será muy feliz. Su felicidad se basa en los sentidos, y lo mismo sucede con su miseria. Pero si ese individuo aumenta su conocimiento, su felicidad se incrementará ; el intelecto se abrirá a él, y su placer sensorial se convertirá en el goce intelectual. Gozará leyendo un poema hermoso, y se interesará muchísimo por un problema matemático. Pero con esto, los nervios interiores se volverán más y más susceptibles a las miserias del dolor mental, en las cuales el salvaje no piensa. Tomad un ejemplo muy simple. En el Tíbet no hay matrimonio ni celos ; sin embargo, sabemos que el matrimonio es un estado mucho más elevado. Los tibetanos no conocen el maravilloso disfrute, la bendición de la castidad ni la felicidad procedente de tener un cónyuge casto y virtuoso. Estas personas no pueden sentir eso, como tampoco sienten los celos intensos ni la miseria causados por la infidelidad del esposo o la mujer casta, todas las quemaduras del corazón y las penas que los creyentes en la castidad experimentan. Por un lado, estos últimos ganan felicidad, pero por el otro lado, también sufren miserias.

Pensad en vuestro país1, que es el más rico del mundo y más lujoso que cualquier otro, y observad cuán intensa es la miseria, cuántos lunáticos más tiene en comparación con otros solo porque se atribuye tanto valor a los deseos. Un ciudadano debe mantener un alto nivel de vida, y la cantidad de dinero que gasta en un año sería una fortuna para un ciudadano de la India. No se le puede predicar una vida sencilla porque la sociedad exige mucho de él. La rueda de la sociedad está girando ; no se detiene por las lágrimas de la viuda o los lamentos de los huérfanos. Esta es la situación en todas partes. Vuestro sentido del disfrute está desarrollado ; vuestra sociedad es mucho más hermosa que algunas otras ; tenéis muchas más cosas de las que disfrutar. Pero los que tienen menos tienen mucha menos miseria. Podríais argumentar en contra que cuanto más alto sea el ideal, mayor es el disfrute y menos profunda la miseria. El primero es como la sombra de la segunda. Que los males estén desapareciendo puede ser cierto, pero si es así, el bien también debería estar desapareciendo. Pero, si se me permite plantearlo, ¿acaso los males no se están multiplicando rápidamente, y el bien, disminuyendo?. Si el bien aumenta en progresión aritmética, el mal aumenta en progresión geométrica. Y esto es Maya. Esto no es ni optimismo ni pesimismo. La Vedanta no adopta la postura que defiende que este mundo es solo miseria. Eso es falso. Al mismo tiempo, es un error decir que este mundo está lleno de felicidad y bendiciones.

Así, vemos que es inútil decir a los niños que este mundo es todo bueno, todo flores, leche y miel. Eso es lo que todos hemos soñado. Al mismo tiempo, es erróneo pensar que porque un hombre haya sufrido más que otro el mal se encuentre por doquier. Es esta dualidad, este juego entre el bien y el mal lo que forma nuestro conjunto de experiencias. Al mismo tiempo, la Vedanta dice : « No penséis que el bien y el mal sean dos, que sean dos esencias separadas, porque son una y la misma cosa, las cuales aparecen en diferentes grados y en diferentes formas, produciendo diferentes sentimientos en la misma mente ». Así, el primer pensamiento de la Vedanta es el hallazgo de la unidad en el exterior ; la Existencia del Uno que se manifiesta a sí mismo, por muy diferentes que puedan ser sus manifestaciones. Pensad en la vieja y burda teoría de los persas. Dos dioses que crean este mundo : el dios bueno crea todo lo que es bueno, y el malo, todo lo malo. A primera vista, vemos lo absurdo de esta teoría, ya que supone que cada ley de la naturaleza debe tener dos partes, una de las cuales es manipulada por un dios, y la otra, por el otro dios. Nos topamos con la dificultad de que ambos están trabajando en el mismo mundo ; que estos dos dioses se mantienen en armonía al perjudicar a unos y beneficiar a otros. Este es un caso burdo, por supuesto, la forma más cruda de expresar la dualidad de la existencia. Pero pensad en la forma más avanzada, en la teoría más abstracta que defienda que este mundo es en parte bueno y en parte malo : también sería absurda si la analizamos desde el mismo punto de vista. Es la ley de la unidad la que nos proporciona la comida, la misma ley que mata a muchas personas por medio de accidentes o desgracias.

De esta forma, vemos que este mundo no es un lugar ni optimista ni pesimista ; es una mezcla de ambos, y a medida que avancemos, veremos que toda la culpa no recae en la naturaleza, sino sobre nuestros propios hombros. Al mismo tiempo, la Vedanta muestra el camino de salida, pero no mediante la negación del mal, porque analiza audazmente el hecho tal como es y no trata de ocultar nada. No es inútil ; no es agnóstico. Se descubre un remedio, pero quiere que los cimientos de ese remedio sean duros como el acero, no callar al niño y cegar sus ojos con algo que es falso, y que descubrirá en unos pocos días. Recuerdo que cuando yo era joven, el padre de un joven murió y lo dejó en una situación de pobreza, con una gran familia que mantener y con unos amigos de su padre que no estaban dispuestos a ayudarlo. Tuvo una conversación con un clérigo, el cual le ofreció este consuelo : « Oh, no pasa nada. Todo lo que ocurre es por nuestro bien ». Ese es el viejo método de tratar de recubrir un viejo dolor con una lámina de oro. Es una confesión de debilidad, de lo absurdo. El joven se fue, y seis meses después, el clérigo tuvo un hijo y dio una fiesta de acción de gracias, a la que invitó al joven. El clérigo oró : « Gracias, Señor, por Tu misericordia ». El joven se puso de pie y dijo : « Alto. Todo esto es miseria ». El clérigo preguntó por qué. « Porque cuando murió mi padre, usted dijo que era algo bueno, aunque en apariencia malo ; ahora, esto es aparentemente bueno, pero realmente es malo ». ¿Es este el camino para curar la miseria del mundo? Sed buenos y apiadaos de los que sufren ; pero no tratéis de parchear las cosas, pues nada va a curar este mundo : seguid adelante.

Este es un mundo de bien y de mal. Dondequiera que haya bien, también habrá mal ; pero más allá y detrás de todas estas manifestaciones, de todas estas contradicciones, la Vedanta encuentra la Unidad. Dice : « Renunciad a lo que es malo y renunciad a lo que es bueno ». ¿Qué queda, entonces? Detrás del bien y del mal se encuentra algo que es vuestro, vuestro verdadero « yo », y también más allá de todo el mal y todo bien, y eso es lo que se manifiesta como el bien y el mal. Primeramente, sed conscientes de ello, y solo entonces seréis unos verdaderos optimistas, nunca antes ; en ese momento, seréis capaces de controlar todo. Controlad estas manifestaciones y tendréis la libertad de manifestar vuestro verdadero « yo ». Primero sed dueños de vosotros mismos. Poneos de pie y sed libres, e id más allá de los límites de las leyes, porque estas leyes no os gobiernan por completo, sino que son solo una parte de vuestro ser. Primero descubrid que no sois esclavos de la naturaleza, que nunca lo fuisteis y nunca lo seréis ; que esta naturaleza, la cual consideráis infinita, solo es finita, una gota en el océano, y que vuestra Alma es el océano ; que estáis más allá de las estrellas y del sol, los cuales son solo como meras burbujas en comparación con vuestro ser infinito. Aprended esto y controlaréis tanto el bien como el mal. Solo entonces, la visión entera cambiará, y os pondréis de pie y diréis : « ¡Qué hermoso es el bien y qué maravilloso es el mal! ».

Eso es lo que enseña la Vedanta. No recurre a ningún deficiente remedio que consiste en cubrir las heridas con láminas de oro, poniendo más láminas de oro cuanto más supura la herida. Esta vida es una realidad dura ; abríos camino a través de ella con valentía, aunque hacerlo pueda ser una tarea ardua. No importa : el alma es más fuerte. No culpéis a los pequeños dioses, porque vosotros creáis vuestra propia fortuna. Vosotros sois los responsables de vuestros sufrimientos ; hacéis el bien y el mal, y vosotros mismos os tapáis los ojos con la mano y decís que está oscuro. Retirad las manos y contemplad la luz. Sois refulgentes, perfectos desde el primer momento. Ahora entendemos el siguiente verso : « Quien ve a muchos va de muerte en muerte ». Contemplad ese Uno y sed libres.

¿Cómo podemos contemplarlo? Esta mente, tan ilusa, tan débil, tan fácilmente guiada… puede ser fuerte y puede percibir este conocimiento, esa Unidad que nos salva de la muerte una y otra vez. De la misma forma en que la lluvia que cae sobre una montaña se bifurca en varias corrientes por los lados de la montaña, todas las energías que podéis observar proceden de esa Unidad. Se ha convertido en la diversidad que cae sobre Maya. No persigáis la diversidad : id hacia el Uno. « Él se encuentra en todo lo que se mueve ; Él se encuentra en todo lo que es puro ; llena el universo ; se encuentra en el sacrificio ; es el anfitrión de la casa ; se encuentra en el hombre, en el agua, en los animales, en la verdad ; es el Gran Uno. Al igual que el fuego que surge en este mundo se manifiesta de diversas formas, esa Alma del universo se manifiesta a sí misma de todas estas formas diversas. Al igual que el aire que circula por este universo se manifiesta de formas diversas, el Alma Única de todas las almas, de todos los seres, se manifiesta a sí misma de todas las formas ». Cuando hayáis comprendido esta Unidad, aceptaréis esta verdad, nunca antes ; entonces, todo será optimismo, porque veréis a Él en todas partes. La cuestión es que si todo esto es verdad —que ese Ser Puro e Infinito ha penetrado en todo esto—, ¿cómo es que Él sufre?, ¿cómo es que Él se vuelve miserable, impuro? No es así, según el Upanishad. « Al igual que el sol es la causa de la visión de cada ser y no resulta perjudicado por un defecto en cualquier ojo, el Ser de todo no resulta perjudicado por las miserias del cuerpo ni por cualquier miseria que esté a nuestro alrededor ». Puedo tener alguna enfermedad y ver todo de color amarillo, pero el sol no se ve afectado por ella. « Él es el Uno, el Creador de todo, el Gobernador, el alma interna de cada ser, el que hace de la diversidad una Unidad. De este modo, a los sabios que lo aprehenden y entienden como el Alma de su alma les pertenece la paz eterna ; a nadie más, a nadie más… La paz eterna pertenece a quienes en este mundo de evanescencia encuentran al que nunca cambia, a quienes en este universo de muerte encuentran esa Vida Única, a quienes en esta diversidad encuentran esa Unidad, a todos aquellos que lo aprenden y entienden como el Alma de sus almas.. ¿Dónde encontrarlo en el mundo exterior? ¿Dónde encontrarlo en los soles, en las lunas y en las estrellas? Allí no pueden brillar el sol, la luna ni las estrellas ; el rayo no puede iluminar el lugar. ¿Y qué decir de este fuego mortal? Si Él brilla, todo lo demás brilla. Han tomado prestada su luz, y Él está brillando a través de ellos ». Este es otro bello símil. Aquellos de vosotros que hayáis estado en la India y que hayáis visto cómo la higuera de Bengala procede de una raíz y se propaga ampliamente alrededor entenderán esto. Él es ese árbol, es la raíz de todo, y se ha diversificado hasta convertirse en este universo ; por muy lejos que se extienda, cada uno de estos troncos y ramas están conectados.

Se habla de varios cielos en los Bráhmanas de los Vedas ; pero la enseñanza filosófica de los Upanishads renuncia a la idea de ir al cielo. La felicidad no se encuentra en un cielo o en este otro, sino en el alma ; los lugares no significan nada. Esta es otro pasaje que muestra los diferentes estados de la realización : « En el cielo de los antepasados, la Auténtica Verdad es vista tal y como el hombre ve las cosas en sus sueños ». En ese lugar se ve la Realidad de la misma forma que vemos las cosas en los sueños, es decir, difusas y no tan nítidas. Existe otro cielo, llamado Gandharva, en el que todavía existe menos claridad ; en él, la Realidad es vista tal y como un hombre ve su propio reflejo en el agua. El cielo más alto que los hindúes conciben se llama Brahmaloka ; en él, la Verdad se ve mucho más claramente, como la luz y la sombra, pero todavía no lo suficiente. La Verdad que brilla en el alma se ve de la misma forma en que el individuo observa su reflejo en el espejo : perfecta, distinguida, nítida. Por lo tanto, el cielo más alto se encuentra en nuestra propia alma. El mayor templo es el alma humana, más grande que todos los cielos, dice la Vedanta. En ningún cielo podemos entender la realidad tan nítida y claramente como en esta vida, como en nuestra propia alma. Cambiar de lugar no sirve de mucho. Mientras estaba en la India, pensé que la cueva me ofrecería una visión más clara ; pero descubrí que no era así. Entonces, pensé que en el bosque lo conseguiría, y después, en Benarés. No obstante, me topaba con la misma dificultad en todas partes, porque cada uno construye su propio mundo. Si hago el mal, todo el mundo hará el mal conmigo. Eso es lo que dice el Upanishad. Y lo mismo se aplica a todos los mundos. Si muero y voy al cielo, encontraré lo mismo, porque hasta que sea puro, de nada sirven las cuevas, los bosques, Benarés o el cielo. Si he pulido mi espejo, no importa dónde viva, pues observaré la Realidad tal y como es. Así que es inútil corretear de aquí para allá y gastar energía en vano, la cual debe ser gastada solo en pulir el espejo. La misma idea se expresa una vez más : « Ninguno lo ve, no ve su forma con los ojos. Es en la mente, en la mente pura donde se ve, y así se gana esta inmortalidad ».

A quienes estuvieron en las conferencias de verano sobre el Raja-yoga les interesará saber que lo que se enseñó entonces era un tipo diferente de yoga. El yoga del que estamos hablando ahora consiste principalmente en el control sobre los sentidos. Cuando los sentidos estén sometidos por el alma humana, cuando ya no puedan perturbar la mente, entonces el yogui habrá alcanzado a la meta. « Cuando se haya renunciado a todos los vanos deseos del corazón, este mismo mortal se volverá inmortal, será uno con Dios, incluso en este mundo. Cuando todos los nudos del corazón se hayan deshecho, el mortal se volverá inmortal y gozará de Brahmán en este mundo ». Aquí, en esta tierra, y en ninguna otra parte.

En este punto, hemos de decir algunas palabras. En general, escucharéis que la Vedanta, esta filosofía y otros sistemas Orientales buscan solo algo más allá, dejando ir los goces y la lucha de esta vida. Esta idea es totalmente errónea. Quienes lo afirman son solo las personas ignorantes que no saben nada del pensamiento Oriental, quienes nunca han tenido la inteligencia suficiente para comprender su verdadera enseñanza. Leemos en nuestras escrituras que nuestros filósofos no quieren ir a otros mundos, a los que desprecian por ser lugares donde la gente llora y ríe solamente por un tiempo, antes de morir. Mientras seamos débiles, tendremos que vivir estas experiencias ; pero lo que es cierto está aquí, que es el alma humana. También se insiste en que al cometer el suicidio, no podemos escapar de lo inevitable, no podemos sortearlo. Pero el camino correcto es difícil de encontrar. El hindú es tan práctico como el Occidental ; solo diferimos en nuestra visión de la vida. Uno dice : « Construyamos una buena casa, tengamos buena ropa, comida, cultura intelectual… », y así sucesivamente, porque en eso consiste toda la vida ; en eso es inmensamente práctico. Pero el hindú dice ; « El verdadero conocimiento del mundo significa el conocimiento del alma, la metafísica », y él quiere disfrutar de esa vida. En Estados Unidos hubo un gran agnóstico, un hombre muy noble, muy bueno y un muy buen orador. Dio una conferencia sobre la religión, y dijo que no era de ninguna utilidad ; ¿por qué perturbar nuestra mente con la idea de otros mundos? Él empleó este símil : tenemos una naranja aquí, y queremos exprimirle todo el jugo. Me encontré con él una vez y le dije : « Estoy completamente de acuerdo con usted. Tengo un poco de fruta, y yo también quiero exprimirle el jugo. Nuestra diferencia radica en la elección de la fruta. Usted quiere una naranja, y yo prefiero un mango. Usted cree que comer, beber y tener un poco de conocimiento científico es suficiente para vivir ; pero usted no tiene derecho a decir que de esa manera todos los gustos quedaron satisfechos. Tal concepción no significa nada para mí. Si tan solo tuviera que aprender cómo una manzana cae al suelo, o cómo una corriente eléctrica sacude mis nervios, me suicidaría. Quiero entender el corazón de las cosas, el mismísimo núcleo. Su estudio es la manifestación de la vida, pero el mío es la vida misma. Mi filosofía dice que usted debe ser consciente de ello y expulsar de su mente todos los pensamientos sobre el cielo y el infierno y todas las demás supersticiones, a pesar de que existen de la misma forma en que existe este mundo. Debo conocer el corazón de esta vida, su esencia misma, lo que es, no solo cómo funciona y cuáles son sus manifestaciones. Yo quiero el porqué de todo y dejo el cómo a los niños. Como decía uno de sus compatriotas : “Si yo fuera a escribir un libro mientras estuviera fumando un cigarrillo, sería sobre la ciencia del cigarrillo”. Es bueno y grandioso ser científico (¡Que Dios les bendigue en su búsqueda!) ; pero cuando una persona dice que el porqué lo es todo, está hablando tontamente, sin preocuparse de conocer la razón de ser de la vida, sin estudiar jamás la existencia misma. Yo podría afirmar que, sin una base, todo su conocimiento es absurdo. Usted está estudiando las manifestaciones de la vida, pero cuando le pregunto qué es la vida, usted dice que no lo sabe. Céntrese en su estudio, pero déjeme a mi el mío ».

Soy práctico, muy práctico, a mi manera. Así que la idea de que solo Occidente es práctico es una tontería. Vosotros sois prácticos de una manera, y yo, de otra. Existen diferentes tipos de individuos y mentes. Si en Oriente a una persona se le dice que va a descubrir la verdad estando de pie sobre una pierna durante toda su vida, seguirá ese método. Si en Occidente los individuos escuchan que existe una mina de oro en algún lugar de un país incivilizado, miles se enfrentarán allí los peligros con la esperanza de conseguir el oro y, tal vez, solo uno tendrá éxito. Esos mismos individuos han oído que tienen alma, pero se contentan con dejarlas al cuidado de la Iglesia. El primero no se acercará a los salvajes, dirá que puede ser peligroso. Pero si le decimos que en la cima de una alta montaña vive un sabio que le puede brindar el conocimiento del alma, tratará de llegar hasta él, aunque pueda morir en el intento. Ambos tipos de individuos son prácticos, pero el error radica en la visión de este mundo como la totalidad de la vida. El vuestro es el punto de fuga del disfrute sensorial —no hay nada permanente en él, solo trae más y más miseria—, mientras que el mío trae la paz eterna.

No digo que vuestro punto de vista sea erróneo. Sois libres de poseerlo ; buenaventura y bendición proceden de él, pero no condenéis mi punto de vista. El mío también es práctico a su propia manera. Trabajemos todos en nuestros propios planes. Quiera Dios que todos nosotros seamos igualmente prácticos. He visto a algunos científicos que eran igualmente prácticos, tanto científicos como hombres espirituales, y es tengo la gran esperanza de que, con el tiempo, toda la humanidad sea eficiente de la misma manera. Cuando el agua está llegando a su punto de ebullición, si observáis el fenómeno, primero veréis una burbuja ascendente ; luego, otra, y así sucesivamente, hasta que al final todas ellas se unen y se lleva a cabo una tremenda confusión. Este mundo es muy similar. Cada individuo es como una burbuja, y las naciones se asemejan a muchas burbujas. Poco a poco estas naciones se están uniendo, y estoy seguro de que llegará el día en el que la separación se desvanecerá, y la Unidad a la que todos tendemos se manifestará. Llegará un momento en el que cada individuo será intensamente práctico tanto en el mundo científico como en el espiritual, y después esa Unidad, la armonía de la Unidad, impregnará el mundo entero. Toda la humanidad se convertirá en jivanmuktas, libre mientras vive. Todos estamos abriéndonos camino hacia ese extremo, a través de nuestros celos y odios, a través de nuestro amor y de la cooperación. Una tremenda corriente fluye hacia el océano y nos lleva con ella ella, y aunque, como la paja y los trozos de papel, podamos a veces flotar a la deriva, estamos seguros de que a la larga alcanzaremos el Océano de la Vida y de la Felicidad.

Notas #


  1. N.d.T. El autor se refiere a Estados Unidos, pero en un sentido más general, se puede tomar cualquier país Occidental desarrollado. ↩︎