Capítulo II: La Filosofía de Ishvara #
¿Quién es Ishvara? Es Janmâdyasya yatah. «De quien provienen el nacimiento, la permanencia y la disolución del universo, Él es Ishvara, el Eterno, el Puro, el Siempre libre, el Todopoderoso, el Omnisciente, el Todo misericordia, el Maestro de todos los maestros»; y, sobre todo, «Él, el Señor, por su propia naturaleza, es inexpresable Amor».
Ciertamente, estas son definiciones de un Dios personal. Entonces, ¿hay dos Dioses? ¿El «ni esto, ni aquello», el sat-chit-ânanda (existencia-conciencia-dicha) del filósofo, y el Dios de Amor del bhakta? No, es el mismo sat-chit-ânanda que es también el Dios de amor, es lo impersonal y lo personal en uno solo. Siempre debe entenderse que el Dios personal, adorado por el bhakta, no está separado ni es diferente del brahman. Todo es brahman, el Uno sin segundo; solo que el brahman, como unidad o absoluto, es demasiada abstracción para poder ser amada y adorada; por eso, el bhakta elige el aspecto relativo de brahman que es Ishvara, el gobernador supremo. Para utilizar un símil, diremos que el brahman es como la arcilla o la sustancia con la cual están hechos una infinita variedad de objetos. En tanto que arcilla, todos son uno, pero la forma o la manifestación los diferencia entre sí. Antes de que cada uno de ellos fuera hecho, existían potencialmente en la arcilla y, naturalmente, eran idénticos en sustancia, pero, una vez formados, y mientras duran las formas, están separados y son diferentes. El ratón de arcilla no puede jamás volverse el elefante de arcilla, pues, como manifestaciones, tan solo la forma hace que sean lo que son, aunque, en tanto que arcilla no modelada, son una misma cosa. Ishvara es la más alta manifestación de la Realidad absoluta, o en otros términos, la más elevada interpretación que la mente humana puede dar de lo Absoluto. La creación es eterna y también lo es Ishvara.
En el cuarto pada del cuarto capítulo de sus sutras, después de haber declarado el poder y el conocimiento casi infinitos que tendrá el alma liberada cuando haya alcanzado el moksha, Vyâsa destaca en un aforismo, que, a pesar de todo, nadie adquirirá el poder de crear, de gobernar y de disolver el universo, porque tales poderes solo pertenecen a Dios. Al explicar el Sutra, es fácil para los comentadores dualistas demostrar que siempre resulta imposible para un alma subordinada, o jiva, tener el poder infinito y la independencia total de Dios. El meticuloso comentador dualista Madhvâchârya trata este pasaje con su habitual método sumario, citando un versículo del Varâha-Purana.
Cuando explica este aforismo, el comentador Râmânuya dice: «Al surgir la duda de si entre los poderes de las almas liberadas se incluye ese poder único del Ser supremo, es decir, el de la creación, etc., e incluso el de gobernar todo, o si, sin estos poderes, la gloria de los liberados consiste solamente en la percepción directa del Ser supremo, encontramos como argumento lo siguiente: es razonable que los liberados obtengan el gobierno del universo porque las escrituras dicen que “él alcanza la máxima semejanza con el Ser supremo y todos sus deseos se cumplen”. Ahora bien, esa máxima semejanza y la satisfacción de todos los deseos no pueden ser alcanzados sin ese poder único del Señor supremo, es decir, el poder de gobernar el universo. Por lo tanto, para alcanzar la realización de todo deseo y la identificación total con lo Supremo, debemos admitir que los liberados adquieren el poder de gobernar el universo. A esto, nosotros respondemos que los liberados obtienen todos los poderes, salvo el de gobernar el universo. Gobernar el universo es regir la forma, la vida y los deseos de todos los seres sensibles o insensibles. Los liberados, para quienes todos los velos que ocultan Su verdadera naturaleza han desaparecido, solo gozan de la libre percepción del brahman, pero no poseen el poder de gobernar el universo. Esto lo demuestra el siguiente texto de las escrituras: “aquel de quien todas las cosas nacen, por quien todo lo que ha nacido vive y a quien vuelven al desaparecer inquiere sobre Él. Eso es brahman”. Si esta cualidad de gobernar al universo fuera también común a los liberados, este texto no sería una definición adecuada de brahman, pues en él se Lo define por el hecho de gobernar el universo. Solo los atributos individuales definen una cosa; por ello, en textos como: “Mi amado hijo, al principio tan solo existía lo Uno sin segundo. Reflexionó y pensó ‘ Daré nacimiento a la multiplicidad ’, y proyectó el calor […]. Al principio solo existía el brahman. Este Uno evolucionó, lo que proyectó una forma bendita: el kshatra. Todos estos dioses son kshatras: Varuna, Soma, Rudra, Parjanya, Yama, Mrityu, Ishâna […]. Al principio solo existía el atman, nada más vibraba. Él pensó en proyectar el mundo; Él proyectó el mundo después […]. Sólo existía Nârâyana; ni Brahma, ni Ishana, ni el Dyâvâ-Prithivi, ni las estrellas, ni el agua, ni el fuego, ni Soma, ni el Sol. Él no sentía placer estando solo y después de su meditación tuvo una hija, los diez órganos, etc.” Y en otros textos como: “Aquel que, viviendo en la tierra, está separado de la tierra; que viviendo en el atman, etc.” Los shrutis hablan del Ser supremo como el que gobierna el universo. En ninguna de estas descripciones del gobierno del universo se incluye para el alma liberada función alguna por la que se le pueda atribuir el gobierno del universo».
Explicando el siguiente Sutra, Râmânuja dice: «Si ustedes dicen que esto no es así, porque existen textos extraídos directamente de los Vedas que prueban lo contrario, diré que estos textos se refieren a la gloria de los liberados en las esferas de las divinidades inferiores». Es esta una solución fácil de la dificultad. Aunque el sistema de Râmânuja admite la unidad del todo, dentro de esta totalidad de la existencia, hay, según él, diferencias eternas. Por lo tanto, a todo fin práctico, aun siendo este sistema igualmente dualista, ha sido fácil para Râmânuja mantener muy clara la distinción entre el alma individual y el Dios personal.
Ahora vamos a tratar de comprender lo que el gran representante de la escuela advaita nos dice al respecto. Veremos cómo el sistema advaita mantiene intactas todas las esperanzas y aspiraciones de los dualistas y al mismo tiempo propone su propia solución del problema, en consonancia con el elevado destino de la divina humanidad. Aquellos que aspiran a conservar su mente individual aun después de la liberación y a seguir siendo distintos tendrán sobradas oportunidades de realizar sus aspiraciones y disfrutar de las bendiciones de Brahman con atributos. De ellos se dice en el Bhagavata Purana: «¡Oh rey! Tan grandes son las gloriosas cualidades del Señor, que los sabios cuya sola dicha está en el Ser y cuyas ligaduras han caído, aman aún al Omnipresente, con ese amor que sólo busca satisfacción en el amor mismo». De ellos dicen los sânkhyas que en este ciclo se fundirán en la naturaleza, de manera que, después de haber alcanzado la perfección, retornarán en el ciclo siguiente como señores de los sistemas del mundo. Pero ninguno de ellos jamás será igual a Dios (Ishvara). Aquellos que alcanzan ese estado en el que no hay ni creación, ni creado, ni creador; donde no existe ni conocedor, ni lo conocible, ni el conocimiento; donde no hay ni yo, ni tú, ni él; donde no hay ni sujeto, ni objeto, ni relación entre ambos, «allí, ¿quién es visto por quién?»; tales personas han ido más allá de todas las cosas «donde ni la palabra ni la mente pueden llegar»; han ido a lo que los shrutis declaran como «ni esto, ni aquello»; pero para aquellos que no pueden o no quieren alcanzar ese estado, perdurará inevitablemente la triple visión de brahman no-diferenciado como naturaleza, alma y sostenedor de ambas que entra en ellas: Ishvara. Así, cuando Prahlâda se olvidó a sí mismo, no encontró ni el universo, ni su causa; para él todo era el Infinito, sin diferenciación de nombre y forma; pero en cuanto recordó que él era Prahlâda, el universo estuvo de nuevo ante él y con él el Señor del universo, el «receptáculo de un número infinito de cualidades benditas». Lo mismo ocurrió a las gopis benditas. Durante el tiempo en el que perdieron el sentido de su propia identidad personal e individualidad, eran todas Krishnas; pero, cuando pensaron en Él como el Uno que debe ser adorado, se sintieron nuevamente gopis e inmediatamente:
तासामाविरभूच्छौरिः स्मयमानमुखाम्बुजः।पीताम्बरधरः स्त्रग्वी साखान्मन्मथमन्मथः॥
«Krishna se les apareció con una sonrisa en su rostro de loto, vestido de ocre, con guirnaldas de flores, la encarnación del vencedor (en belleza), del dios amor» —Bhagavata
Volvamos ahora a Acharya Shánkara, según quien: «Aquellos que adorando a Brahman con atributos logran la conjunción con el Señor supremo, preservando su propia mente, ¿disfrutan de una gloria limitada o ilimitada. Al surgir esta duda, tenemos como argumento que su gloria debe ser sin límites, porque los textos de las escrituras dicen: “ellos alcanzarán su propio reino […]. Todos los dioses le rendirán culto […]. Sus deseos se cumplen en todos los mundos”. En respuesta a esto, Vyasa escribe “sin el poder de gobernar el universo”. Salvo el poder de la creación del universo, etc. Todos los demás poderes tales como animâ, etc., son alcanzados por los liberados. En cuanto al gobierno del universo, eso pertenece al eternamente perfecto Ishvara. ¿Por qué? Porque Él es el sujeto de todos los textos de las escrituras que hablan de la creación y en ellos no se menciona en forma alguna a las almas liberadas. El Señor supremo es el único que gobierna el universo. Los textos que hablan de la creación, etc., lo señalan a Él. Además, se Le da el apelativo de “siempre-perfecto”. También dicen las escrituras que los poderes animâ, etc., de las almas liberadas provienen de la búsqueda y de la adoración de Dios. Por lo tanto, estas almas no tienen lugar en el gobierno del universo. Además, por el hecho de seguir manteniendo sus propias mentes, es posible que sus voluntades puedan diferir y que, mientras una desee la creación, otra prefiera la destrucción. El único modo de evitar este conflicto es subordinar todas las voluntades a una sola voluntad. Así, la conclusión es que todas las voluntades de los liberados dependen de la voluntad del Señor supremo».
Entonces, el bhakti solo puede dirigirse hacia Brahman en Su aspecto personal.
क्लेशोऽधिकतरस्तेषामव्यक्तासक्तचेतसाम्
«¡El camino es más difícil para aquellos cuya mente está adherida a lo absoluto!»
El bhakti debe flotar suavemente por la corriente de nuestra naturaleza. Cierto es que no podemos formarnos una imagen de Brahman que no sea antropomórfica, pero, ¿no es esto igualmente cierto de todo lo que conocemos? El más grande psicólogo que el mundo jamás haya conocido, Bhagavan Kapila, demostró hace siglos que la conciencia humana es uno de los elementos de la formación de todos los objetos de nuestra percepción y concepción, tanto interna como externa. Comenzando por nuestro propio cuerpo y llegando hasta Ishvara, podemos ver que cada objeto de nuestra percepción es esta conciencia y algo más, sea lo que sea este algo. Es esta mezcla inevitable lo que nosotros normalmente creemos que es la realidad. Ciertamente, tiene y tendrá siempre, todo lo que le será posible a la mente humana conocer de la realidad. Por ello, declarar que Ishvara no es real porque tiene forma humana, es un puro sinsentido. Esto se asemeja mucho a la disputa occidental sobre el idealismo y el realismo, tremenda disputa en apariencia, que se basa en un mero juego de la palabra «real». La idea de Ishvara cubre todo lo que siempre ha designado directa o indirectamente la palabra «real» e Ishvara es tan real como cualquier cosa en el universo. Después de todo, la palabra real no significa nada más que lo que acabamos de indicar. Tal es nuestra concepción filosófica de Ishvara.